Si la biodiversidad sufre, la humanidad también
Se entiende por biodiversidad la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes, pero también incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie -por ejemplo, entre las variedades de cultivos y las razas de ganado-, así como la variedad de ecosistemas (lagos, bosques, desiertos, campos agrarios,…) que albergan múltiples interacciones entre sus miembros (humanos, plantas, animales) y su entorno (agua, aire, suelo…)
Los recursos biológicos son los pilares que sustentan las civilizaciones.
Los peces proporcionan el 20% de las proteínas animales a unos 3 000 millones de personas. Más del 80% de la dieta humana está basada en plantas y, aproximadamente, el 80% de las personas que viven en las zonas rurales de países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales obtenidos de la vegetación de su entorno.
Los bosques, amenazados por la deforestación, así como otros ecosistemas, son de vital importancia para sustentar la vida en la Tierra y juegan un papel importante en la lucha contra el cambio climático.
La salud de nuestro planeta también juega un papel importante en la aparición de enfermedades transmisibles entre animales y humanos. A medida que continuamos invadiendo ecosistemas frágiles, nos ponemos en contacto cada vez mayor con la fauna silvestre, lo que permite que los patógenos de la vida silvestre se extiendan a los humanos.
Si bien cada vez somos más conscientes de que la diversidad biológica es un bien mundial de gran valor para las generaciones presentes y futuras, el número de especies y ecosistemas disminuyen a un ritmo acelerado debido a la actividad humana.
“Construir un futuro compartido para todas las formas de vida”
A medida que nuestra comunidad global debe reexaminar nuestra relación con el mundo natural, una cosa es cierta: a pesar de todos nuestros avances tecnológicos, dependemos por completo de ecosistemas saludables y vibrantes si queremos disponer de agua, alimentos, medicamentos, ropa, combustible, refugio y energía, solo por nombrar algunos ejemplos.
En este 2022, el tema del Día Internacional de la Diversidad Biológica es “Construir un futuro compartido para todas las formas de vida”. El eslogan promueve la idea de que la biodiversidad – en donde los ecosistemas y la naturaleza aportan soluciones al clima, los problemas de salud o la seguridad alimentaria e hídrica, es la base sobre la cual podemos reconstruir mejor.
En los últimos meses, la frase ha estado en boca de científicos, funcionarios y activistas ambientales: restauración de ecosistemas.
¿Qué es exactamente un ecosistema y cómo puede restaurarse?
La respuesta a la primera pregunta es que un ecosistema es un lugar donde las plantas, los animales y otros organismos, junto con el paisaje que los rodea, se unen para formar la red de la vida.
Los ecosistemas pueden ser grandes, como un bosque, o pequeños, como un estanque. Muchos son cruciales para las sociedades, ya que proporcionan agua, alimentos, materiales de construcción y otros elementos esenciales. También brindan beneficios para todo el planeta, como la mitigación del cambio climático y la conservación de la biodiversidad, pero en las últimas décadas, el hambre de la humanidad por la extracción de recursos ha llevado a muchos ecosistemas al límite.
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