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Historia Roberto Pardo Angel

¿Se imaginan si Jacques Cousteau hubiera sido colombiano y midiera 97 cms? Bueno, es una buena manera para hablar de mí, de lo que me apasiona y del gran reto que tengo al frente. Mi nombre es Roberto Pardo Ángel. Nací en Bogotá y tengo 56 años. Mido 97 cms de altura y tengo una condición que se llama acondroplasia. Quiero contarles una pequeña —como yo— y rápida historia de cómo la vida me llevó a recorrer el pacífico colombiano y cómo también ahora me pone una nueva prueba. Un reto que no voy a poder lograr sin la ayuda de todos ustedes.

Estudié Biología Marina en la Universidad del Valle, soy amante de la aventura, experto en estrellas de mar y erizos de la costa pacífica colombiana, con un premio Nacional de Ecología Hernando Patiño encima y una Mención de Honor del Comité de Historia del Pacifico COHISPA por la Investigación y Conservación de los Recursos Naturales del Litoral Pacífico Colombiano. La vida me ha llevado a recorrer Colombia, por mares y montañas: desde el sur de la costa de Nariño, pasando por Tumaco, Guapi, Buenaventura, Bahía Málaga y los Parques Nacionales Naturales de Gorgona, y Utría, así como comunidades indígenas y campesinas de los Parques Nacionales Naturales como Salamanca, Tayrona, Sierra Nevada, Corales del Rosario y San Bernanrdo, Chingaza, Tatama, Farallones de Cali y Amacayacu en el Amazonas. ¡Sí, aprendí a bucear y a montar a caballo!

Mi estatura nunca me ha impedido hacer lo que me gusta, pero en el 2008 me diagnosticaron artrosis de cadera degenerativa la cual ha ido avanzando con el tiempo limitando cada vez más mis movimientos, sumado a una displasia de cadera, lordosis y escoliosis, enfermedades que me ha impedido seguir transitando libremente por los paisajes de este país que tanto quiero.

Soy un apasionado de la naturaleza y mi misión es —y ha sido siempre— crear conciencia en las promesas del futuro, los niños, sobre la naturaleza y las áreas protegidas y la importancia de la conservación de nuestro patrimonio natural y cultural. Por eso he trabajado incansablemente como maestro y asesor en diferentes instituciones como el Zoológico y el Museo de Ciencias de Cali. Durante 12 años acompañé a miles de turistas a ver ballenas jorobadas cuando fui Director Científico del programa de Avistamiento de Ballenas de un reconocido hotel de Buenaventura y la Corporación Autónoma de la región en el control de la observación de las mismas. ¡Fascinante!

He acompañado misiones como la de reconocimiento del Santuario de Fauna y Flora de Malpelo cuando fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO y la vida me ha llevado a distintas ciudades como Cali, Bogotá y Barranquilla, donde resido actualmente. Desde hace 9 años, trabajo con el Grupo de Comunicación y Educación Ambiental apoyando las necesidades de la oficina principal de Parques Nacionales Naturales de Colombia y la Dirección Territorial Caribe.

Y toda esta historia para contarles que necesito de su ayuda para seguir con este espíritu aventurero adelante. Infortunadamente, mis movimientos son cada vez más limitados, al punto que tengo un caminador para movilizarme en casa y una silla de ruedas para realizar alguna vuelta fuera de ella. Después de varias citas médicas con la EPS, me informaron que no tienen a la persona especializada para realizar operaciones de reemplazo de cadera y hueso y que, además, no asumirían el costo de ninguna intervención quirúrgica de carácter particular.

Por tal razón he visitado uno de los mejores ortopedistas que tiene amplia experiencia en el tema de reemplazo de cadera y hueso. Después de ver mis exámenes, llegó a la conclusión de que mi cirugía sí es posible ya que existen en el mercado juegos de prótesis de diferentes tamaños. La operación debe ser pronto ya que al parecer mis huesos están muy frágiles y en cualquier momento pueden sufrir una fractura y ¡eso no puede pasar!

El costo de la operación es bastante alto, aproximadamente 40 millones de pesos, que incluyen la cirugía, postoperatorio en clínica, enfermera de apoyo, terapias y medicamentos. Infortunadamente, mis honorarios no me permiten cubrir dicho costo y además no me facilitan un préstamo por ese valor debido a mi condición.

Pero como yo no me varo, y ante la urgencia de la operación, he decidido embarcarme en una nueva aventura, quizá la más arriesgada de todas: solicitar la ayuda de quienes quieran contribuir con un donativo a mejorar mi calidad de vida para seguir trabajando fuertemente por la conservación del medio ambiente. ¡Necesito reunir los recursos suficientes para mi cirugía y espero poder contar contigo!

Si quieres más información o si conoces alguna otra manera de contribuir con mi causa, estaré atento para responder. ¡Muchas gracias!